En uno de mis últimos viajes a Argentina me encontré con un libro cuya idea principal me impresionó, y me llevó a reflexionar acerca de los espacios que transito hace años, personalmente como madre y profesionalmente como Psicóloga y Asesora Educativa, en relación a los diferentes modelos de cuidado en crianza y las diferentes miradas y propuestas educativas, ya sean públicas o privadas.

En el libro Contra Pedagogías de la Crueldad, la antropóloga Rita Segato describe este tipo de pedagogías como “todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad, en cosas”.

Esta frase sintonizaba en la misma frecuencia de una sensación y un malestar, que a menudo percibo y que me inquieta cada vez que observo en alguna Escola Bressol, y en menor medida en alguna Escuela Primaria, y los centro de Enseñanza Secundaria Obligatoria.

Esa sensación a la que me refiero tiene que ver con la absurda pretensión de homogenizar lo subjetivo, desnaturalizando la vida, des-vitalizando la fuerza inicial pulsional inherente a todo ser y, llevándolo a un extremo tal que se termina instaurando como resultado la protocolización sistemática de lo humano.

Estamos asistiendo estas últimas décadas a una aceleración constante y continua de nuestro que hacer cotidiano, a una transformación indudable en nuestros vínculos, relaciones y de nuestros esquemas de prioridades que no es sin consecuencias para la salud de la sociedad en general.

La familia nuclear está muy exigida y cada vez más obligada a ponerse al servicio del Sistema Productivo, y por ende, no puede ocuparse de las necesidades básicas de un bebé; es entonces que a partir de las 16 semanas de vida, desde el Estado Español pero además desde lo Social en su conjunto, se alienta con ánimo a las madres a dejar a sus hijos en las «Llars de Infants», donde pasarán cada día de la semana 8 o 9 horas separados del calor de su mamá, con otros siete bebés que en principio estarán al “cuidado” de una persona.

Desde el punto de vista de las ciencias que abordan el estudio del desarrollo humano, no se puede negar la importancia crucial y el valor de ese binomio inicialmama/bebe simbiótico y fusional, de ese vínculo primario como la fuente de la salud mental y el amor, la fraternidad, la solidaridad, la cooperación y la armonía.

Hace más de un siglo que ya tenemos registros científicos provenientes de múltiples investigaciones y conceptualizaciones en relación a lo imprescindible, lo mínimo necesario e indispensable para se produzca un saludable crecimiento del individuo.

Fondo de reserva emocional

A principios del 1900 Sigmund Freud descubre que la etimología de la neurosis se gesta en la justamente en los primeros años de vida. Es decir que la Salud Mental y/o la Enfermedad se desarrollan en esos años iniciales. También nombra por primera vez a la sexualidad infantil, originada desde esa “primera vivencia de satisfacción” que se produce en la lactancia. Y define a partir de aquí todo el recorrido del desarrollo libidinal infantil, nombrando en ese entonces algo que aparecía como revolucionario.

Wilhelm Reich tomando los descubrimientos freudianos hace hincapié en la importancia de hacer Prevención: si ya sabemos dónde se gestan las enfermedades y cómo, pues cuidemos muy bien de esa etapa en la medida en que la primera infancia es como el fondo de reserva emocional con el que el sujeto podrá contar toda la vida, y desde el cuál se gesta la matriz depresiva.

Rene Spitz, también comienza a investigar en el área del desarrollo infantil los efectos maternales y la carencia afectiva en los niños, desde el nacimiento hasta los dos años. Será él quien visibilizará para el mundo a través de una filmación, los efectos negativos de la PRIVACION MATERNA -la privación del cuerpo materno- en los infantes.

John Bowlby impactadopor estos descubrimientos, y sobre todo influenciadopor su trabajo con jóvenes delincuentes, escribe bajo el pedido de las OMS un informe sobre el Cuidado Maternal y Salud Mental. Advierte sobre los efectos emocionales que resultan de la separación primaria. Y define el apego como una conducta de supervivencia de la especie humana cuya intención es mantener al cuidador cerca del recién nacido.

Contemporáneamente llegarían las investigaciones del Pediatra, Psiquiatra y Psicoanalista Donald Winnicott, que se centran en la Diada Mamá/bebé y la evolución posterior del sujeto a partir de esta relación. Winnicott se da cuenta de que no puede observarse, pensarse ni investigarse, al bebé sin su mamá, ni a la mamá sin su bebé. Desde entonces la diada será objeto de estudio y observación como un todo desde el que se iniciará –a través de la frustración- la individualización subjetiva.

Melanie Klein, Margareth Mahler, Henri Wallon, siguen investigando y nombrando la fragilidad e importancia de ese ser sutil y sensible en la relación dual y simbiótica que lo determinará hacia el mundo.

Los aportes fundamentales de Emmi Pikler tanto teóricos como prácticos en su trabajo en el orfanato de Budapest, nos siguen sirviendo hoy de modelo si la idea es dar valor y priorizar el cuidado en los inicios de la vida.

Casilda Rodrigañez hace años sostiene que la ruptura de este binomio primal a través de la disociación de estos cuerpos, sería una especie de “Genocidio Cualitativo” del Ser humano, que nombra como “Matricidio Masivo” inconsciente dejando a las criaturas huérfanas de madre, inhibiendo y reprimiendo las pulsiones sexuales primarias.

Siguiendo la línea de Françoise Dolto y Michel Odent, los aportes de  Laura Gutman en materia de crianza y en la visibilización de todas aquellas violencias invisibles que sufrimos las mujeres, desde las vivencias de la gestación, la violencia obstétrica, la industrialización de los partos, la medicalización del embarazo, la masificación de las cesáreas programadas, y las separaciones tempranas… de la vida misma.

Los aportes de la Psicología Perinatal y los imágenes actuales de las Neurociencias, la Neuropediatría, la Neuropsiquiatría en general con los valiosos aportes de Nils Bergman en este campo sutil, nos hablan de la importancia de volver a restablecer nuestro programa inicial que como mamíferos nos viene dado, y restituir esa unión fusional desde la cual se ponen en marcha la vida misma.

Precarización de la vida

Desde las ciencias, las neuro-ciencias, el sentido común y humano ya sabemos lo que necesitamos pero, regidos como estamos por este paradigma de explotación que nos va exprimiendo por todos lados, vamos aceptando la precarización de la vida como principio de la crueldad. Y desde aquí, y desde el discurso de las igualdades sociales, despojamos al bebé –que no tiene voz y además no vota- de aquel hábitat/nido natural que es el cuerpo de su madre desde el cuál adviene, naturalizando esta separación prematura.

Es entonces desde bien pequeños que nos vamos constituyendo institucionalizados –durante los próximos 20 años de la vida aproximadamente- y privados de nuestras necesidades biológicas reales y de nuestra singularidad, como si pasáramos por una cadena de producción de sujetos de-subjetivante, anestesiante, que nos quiere dormidos y silenciados, desde un sistema opresor, que a la primera que oprime es a quien cuida en estos centros -que está muy mal valorada en todos los aspectos- que la coloca solafrente a la responsabilidad de ocho lactantes, o de trece niños de un año o, veinte niños de dos.

Un Estado preocupado por el bienestar de sus ciudadanos no debería crear ni proponer políticas públicas de cuidados a la infancia con unas ratios insostenibles, en unas condiciones tan precarias para las cuidadoras, a un coste emocional elevadísimo, generando justamente descuido y con unas consecuencias en salud muy evitables.

Porque es desde la repetición sistemática de esta violencia, que se produce una naturalización de la crueldad, destruyendo esa capacidad humana de empatizar con el otro, indispensable para este proyecto patriarcal de competición, dominio y sumisión.

Lo insalubre está tan instituido como normal y tan valorado como adecuado, que todo cuestionamiento a esta cosificación de la vida es rechazado y “peligroso” para el minucioso funcionamiento del sistema tal y como está montado.

De todas maneras valoro sumamente necesario recordar, que todos los seres humanos tenemos una capacidad de resiliencia muy elevada, como capacidad de reparar o reponernos de aquello que nos ha herido.

Volver a la vida con Educación y Crianza - Celeste Vaiana

Y entonces, ¿qué hacemos?

Ahora bien, estos espacios de cuidados para la primera infancia que tal y como están planteados desde el punto de vista de la salud mental en general, no son ni propicios ni nutritivos ni de cuidados.

Si el Estado con todas sus “buenas intenciones” quiere cuidar a las familias, a las mamás y a los bebés, no debería bajo ningún punto de vista respetuoso con la vida misma, separarnos de nuestras criaturas –al menos el primer año de vida-, invitarnos a volver cuanto antes al mundo laboral, sin antes permitirnos atender, ocuparnos, fusionarnos, conectarnos, nutrir, asistir, AMAR en definitiva a nuestros hijos.

El sistema de salud se vería ampliamente beneficiado si se invirtiera en acoger y cuidar a la diada, al menos el primer año de vida, ofreciéndole contención, tribu, espacios a donde asistir con su pequeño y donde se sienta sostenida, propiciando redes de apoyo y ampliando las propuestas de Espacios familiares, espacios Nado, espacios de Masaje, espacios de Psicomotricidad, Reflexología Podal y todas aquellas prácticas –contra pedagogías de la crueldad!- que cuiden y prioricen el valor de lo humano.

Porque es cierto que hay muchas mamás que preferimos volver a trabajar dada la soledad, la angustia y las dificultades tan exigentes de estos primeros meses, la falta de apoyos o recursos para sostenernos; pero lo que resulta incomprensible es que si las mamás podemos y queremos quedarnos a cuidar nuestro bebe, seamos mal miradas, no aceptadas, no reconocidas, ni sostenidas, sin la tribu que nos acompañe, y además estemos juzgadas por “el privilegio” que nos ha tocado de poder decidir responsabilizarnos de la vida que hemos parido.

Tenemos que volver a restituir el Amor, la Empatía, la Solidaridad y los lazos de Fraternidad entre nosotros.

Volvamos a darle valor a la tribu que como mamíferos sin manada estamos necesitando: incluyamos en las políticas de primeros cuidados a los grupos de crianza, las madres de día, y todas las diferentes formas actuales de organización entre familias, como el movimiento de creación y consolidación de las Escuelas Libres, y Vivas.

Ampliemos y hagamos cada vez más extensibles los espacios que faciliten y promuevan el contacto con mamá sobre todo los primeros meses, pero también con papá o con un cuidador amoroso, tanto en bebés como con niños de uno o dos años. Valoremos, validemos y visibilicemos la importancia del vinculo en el proceso de desarrollo.

Afortunadamente hay muchas bressoles que hace años cuentan con estos espacios para las díadas, incluso también hay uno de juego para que algunas horitas de vez en cuando el niño se pueda quedar sin mamá –esto sí que es más saludable si se queda a gusto con su cuidadora- y la tendencia adecuada sería darles no sólo más visibilidad, sino ampliar la oferta pública y la accesibilidad para todas aquellas familias que no quieran separarse pero necesiten unos cuidados.

Flexibilicemos los días y las horas que un pequeño pasa fuera de su casa, primero dejando caer el falso mensaje de que el pequeño está mejor cuidado en las bressoles que en su casa. Transformemos esta mentira y aportemos recursos a las mamás para empoderarlas. Para que encuentren soluciones equilibradas sobre todo durante estos años.

Creemos espacios de Asesoría, Acompañamiento y sostén de la Lactancia Materna como signo distintivo y natural de nuestra especie. Revaloricemos ese mecanismo de sobrevivencia que es el mamar y que es el lugar a través del cual la madre se conecta con su capacidad de sostener -holding- y nutrir un vínculo “suficientemente bueno” con la criatura.

Informemos claramente a las familias de la importancia de estos momentos, de que las cosas pueden hacerse de otra manera, como por ejemplo invirtiendo tiempo en acogidas, adaptaciones, familiarizaciones.

Avisemos a los adultos para que dispongamos días de vacaciones, reduzcamos la jornada laboral, contemos con los abuelos y acompañemos el tránsito de institucionalizar a nuestros hijos desde un lugar diferente. Abramos las puertas a las familias –también las de P3, P4 y P5- para acompañar aquello que las ratios no permiten hacer. Y dejemos de mirar mal a quién pueda aportar su presencia física, comprendiendo que cuanto más adultos en una estança o en un aula, más necesidades infantiles será atendidas.

Volvamos a humanizar lo que está protocolizado y seamos menos crueles y más amables con nosotros mismos, los seres humanos!

*Rita Segato: Contra Pedagogías de la Crueldad. Buenos Aires: Prometeo libros, 2018.