Pensando en escribir sobre el Parto, me venía la limitación y dificultad de las palabras para nombrar y aprehender aquél acontecimiento vital, trascendental, único, subjetivo, singular, que marca tanto la vida de la madre como la del niño que llega al mundo.
…El parto es un umbral, un acto cuyo devenir prolonga la vida desde hace miles de años, regalo de la naturaleza intrínseca que nos define y determina mamíferos, seres vivos, SERES HUMANOS.
El parto es un pasaje, una puerta que se abre y que permite el tránsito hacia este lado de un ser sutil, indefenso, vulnerable, frágil, totalmente dependiente e inconcluso, que se completa en el cuerpo calentito de la madre.
El parto es una grieta física y emocional, un sacudón indescriptiblemente intenso, fuerte, mágico, doloroso, revelador, misterioso, desgarrador, maravilloso, des-estructurador, poderoso, todo al mismo tiempo.
En él, en ese acontecimiento nuestros cuerpos son tomados por una fuerza que llama a nacer, y si nos entregamos confiadas, eso sucede sin más -ni menos- como cuando de una semilla emerge su primer gajito, signo ínfimo y a la vez infinito del devenir de la vida misma.
El parto es un acto sagrado sea como sea que haya sucedido; nunca como lo pensamos, siempre impredecible, diferente, doloroso o sanador, es una huella que deja marca en el camino, una impronta que determina nuestros sentidos.
El parto es un corte simbólico y un corte real, una marca en lo cotidiano, una fecha en el calendario, una insignia de un antes y un después en nuestras vidas.
… a veces es una herida que nos desangra,
… y otras una sanación para el Alma…
Escribo con mi bebé a mi lado, que duerme y con su aliento canto…
ya no sé quién soy desde entonces,
me fundo, me confundo…
me río en su sonrisa y me retuerzo en su llanto…
asiento y a veces no tanto…
integro, me ilumino, me niego, rechazo…
regalo que te siento tanto…
pedacito de mi Ser que desde mis entrañas vio la luz desde el parto…