Describía Freud hace muchos años en su texto Duelo y Melancolía al duelo como la reacción frente a la pérdida de una persona amada, o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal.
Para ampliar más esta descripción podemos agregar que es una repuesta energética –psíquica- no sólo frente a una muerte, sino también a una situación como por ejemplo, una ruptura o separación, una mudanza, un conflicto que conlleva una decepción, un cambio físico que supone pérdidas como la menopausia, o diferentes ideales como un ascenso que esperaba y no se dio, o la idea de una expectativa no cumplida que pueden sumergirnos en una tristeza sostenida.
El duelo no es un estado patológico sino más bien, es un proceso esperable y saludable de elaboración de un acontecimiento de gran impacto en lo cotidiano, y por ende, lo probable es que pasado cierto tiempo se supera, por lo que no es aconsejable perturbarlo.
La persona en duelo pierde el interés en el mundo exterior, siente desazón, tristeza o pesadez, o bien puede haber desarrollado un mecanismo defensivo de negación como una especie de indiferencia que no le permite transitarlo.
En la actualidad, no estamos acostumbrados a dar lugar o a mirar con buenos ojos el tránsito de algunas de las emociones que consideramos “negativas” tan necesarias de nuestro programa vital biológico. Es como si sólo quisiéramos poner en valor aquellas sensaciones de bienestar y expulsar todo lo que sea agradable.
La tristeza es aquella emoción que nos ayuda a elaborar esa pérdida, y no debemos juzgarla ni huir de ella; se trata de afrontar el dolor para luego poder proyectarlo sobre algo nuevo.
Así como la naturaleza nos regala en la mayoría de los sitios la posibilidad de transitar por las 4 estaciones, primavera, verano, otoño, invierno, nuestro programa biológico vital nos dota de una serie de emociones para transitar ecológicamente los acontecimientos que nos depara la vida.
La alegría es la expresión de la felicidad en un determinado momento de crecimiento o expansión como puede ser el florecer de una rosa en primavera, desplegando su olor, color, encanto y belleza!
Pero no debemos omitir que para que la primavera se produzca es sumamente necesario ese invierno frío y oscuro antecesor, cuya función es ir hacia las profundidades para ampliar las raíces del sostén y preparar lo que vendrá…
Y para que se produzca el invierno, antes tuvo que suceder ese otoño que desviste con el viento a esos árboles fructuosos que han prosperado en el verano…
Es decir, así como es importante saber transitar por las 4 estaciones, también es saludable saber transitar por la ecología de las emociones.
NO PODEMOS VIVIR 24HS 7DS EN VERANO, SOLO SÁBADOS POR LA MAÑANA Y EN LA PISCINA CON UN REFRESCO, porque también existe el domingo por la tarde –ese otoño interno- el, o lunes a la mañana que hay que ir fríamente a trabajar.
Con esto quiero decir que el duelo es un proceso NECESARIO Y SALUDABLE que no hay que evitar ni negar, sino mejor transitarlo como lo hacemos con el invierno y buscar los recursos necesarios para que sea lo más confortable posible, abrigado, arropado, calentito internamente aunque afuera el frío sea helado.
Desde este espacio quiero acompañarte a encontrar ese abrigo calentito para transitar ese invierno actual que no te permite elaborar un suceso, y desde ahí renacer y volver a proyectar esa energía libre en otros amores, lugares, canciones, situaciones, porvenires…