Considero muy importante en estos tiempos que corren -tan acelerados!-, tomarnos un momento, parar y reflexionar sobre la vida que llevamos las familias, y cómo esto nos afecta a los adultos, pero sobre todo a nuestros niños.

Nuestra cotidianidad familiar está organizada en función de nuestros trabajos y por ende para los pequeños, por las instituciones -guardería, escuela, instituto, etc-que con sus horarios y sus normativas, organizan, ordenan y determinan el devenir de nuestras vidas.

En España desde que un niño nace, a sus 16 semanas el Estado ya propone a su madre volver al trabajo, y al pequeño bebé totalmente dependiente de afecto y del calor del cuerpo materno, iniciarse en la guardería, es decir separarse y alejarse de su auténtica necesidad vital tan necesaria para devenir un Ser feliz, pero sobre todo Sano.

A menudo me encuentro en mi consulta con las consecuencias reales acerca de cómo ésta apresurada e in-saludable separación, y de cómo lo institucional, lo normativo, lo reglado, sostenido desde la homogenización de lo subjetivo, va poco a poco adormeciendo y despreciando lo individual y diferente, justamente aquello que nos caracteriza y nos hace únicos como seres vivos.

Muchas veces las familias nos sentimos agotadas, frustradas, exigidas por asumir una estructura diaria física y emocionalmente costosa, que se hace visible en las conductas de los niños, y que no hacen más que evidenciar que el foco de lo que nos mueve no está situado en la vida misma sino en el deber cumplir aquello que nos es exigido!

y en consecuencia, las relaciones en el interior de la familia comienzan a debilitarse.

Vamos cansados, con prisas, corriendo desde que nos levantamos, para llegar a todos lados sin llegar a ningún sitio, para cumplir con todo lo que debemos hacer, a veces sin cumplir con lo que deseamos nosotros mismos!

Y los pequeños, después de pasar largas jornadas fuera de casa en el cole, cuando salen, o bien tienen extra-escolares, o bien deberes y obligaciones, y en muy pocas ocasiones disponen de tiempo libre para estar tranquilos, descansando o haciendo lo que a ellos les apetece.

Así se van acostumbrando a estar desconectados de sus verdaderas necesidades desde bien pequeños y ser dirigidos todo el día desde fuera, sin que se tengan en cuenta no sólo lo que ellos desean, sino lo que es indispensable para su adecuado desarrollo.

Tengo la sensación que, de alguna manera,  los adultos acostumbrados a este circuito asentimos dormidos y anestesiados a la realidad, sin tener demasiada conciencia de nuestra verdadera responsabilidad en ello, ni tampoco de nuestra fuerza interna que nos permitiría transformarla.

Es como si estuviéramos resignados a seguir por la línea que nos marcan desde fuera, sin confiar en nosotros mismos, en nuestras propias fuerzas….

Ahora mismo, creo que lo que nos cuida es PARAR, ESCUCHARNOS, VOLVER A RECORDARNOS DE LO IMPORTANTE, Y TOMAR LA RESPONSABILIDAD DE NUESTRO COTIDIANO, transformando aquello que no nos va bien, cultivando una escucha verdadera y respetando nuestra naturaleza humana antes que alienar-nos en algo tan inmaterial como es el trabajo y el absurdo del planteamiento de este sistema que siempre nos deja fuera –al menos de nosotros mismos-

Existen escuelas públicas maravillosas –pocas por eso, y algunas perseguidas desde la administración- proyectos de vida, asociaciones de familias, cooperativas de educadores, escuelas privadas, fundaciones, etc, etc, etc, movimientos de un viento fuerte que ha traspasado fronteras y que va emergiendo allí donde menos lo dejan, como la vida misma que puede crecer en el pedacito de asfalto agrietado que se esconde el suelo –dice Rebecca Wild-

Existe una necesidad real de cambiar de fondo, de replantearnos nuestra vida, de tomar decisiones coherentes que nos respeten y nos cuiden!… de reconectar-nos con nuestra verdadera esencia y el verdadero sentido de la vida!!!