Dentro de una cajita que pertenece a Pau, su hijo de 9 años, hay lo que para él son semillas de árboles!

“Qué mejor que explicar la vida a través de un organismo que puede desplegarse en su totalidad: Si planto ésta semilla, ¿tengo que explicarle lo que tiene que hacer para crecer? Pues no, todos los organismos vivos tienen la información necesaria para desplegarse si las condiciones externas son las adecuadas. Yo no tengo de decirle a la semilla: ahora enraíza, ahora crece, ahora saca la primera hojita, esto es absurdo… sólo tengo que respetar su tiempo y su ritmo y propiciarle un entorno en el que pueda crecer”…

“Al alejarnos de nuestra naturaleza humana, de nuestra inteligencia íntima propia de cada ser vivo, es como si le explicáramos a las plantas (nuestros hijos) como crecer, y esto es muy propio de occidente, en éste SXXI”…

Esto en realidad nos ubica en una posición soberbia frente a nuestra condición humana. Vamos perdiendo conexión con nuestras necesidades auténticas y con nuestro sentir, y al mismo tiempo dejamos entrar de fuera, estímulos que nos dicen que es lo mejor para nosotros! Así siempre el saber sobre mí, o sobre mi hijo o sobre mi pareja, lo tiene el otro, está fuera de mí y entonces sabe más el pediatra, el psicólogo o el maestro que nosotros, sobre nosotros mismos!!!

“Entonces, vamos perdidos como personas, como padres, buscando información desesperadamente desde el miedo para “hacerlo bien”, sobre todo con nuestros hijos y entonces, aun cuando los bebés tienen pocos meses hacemos cursos, vamos a charlas, a profesionales externos que nos INFOXICAN –intoxican de información- y nos infantilizan diciéndonos qué es lo que tenemos que hacer y esto nos relaja, nos tranquiliza…»

«Estamos inmersos en la cultura del “hacer”: a los niños hay que estimularlos, hay que enseñarles a dormir, hay que sacarles los pañales, hay que llevarles a nadar, a cantar en inglés, a psicomotricidad, etc etc etc… pero éstas no son necesidades auténticas de los pequeños, más bien son necesidades adultas basadas en el miedo y la proyección de lo que mi hijo será, o tendrá que saber para sobrevivir en este mundo actual que tanto nos exige…»

Frente a esto, mi trabajo se basa en recordarnos que somos seres humanos”. Recordar, significa volver a pasar por el corazón, centrarnos en el sentir más que en el deber!

“Por esto es importante CONFIAR en nuestra naturaleza íntima y en la de nuestro hijo/a”. “Las semillas no saben de bajas, de la economía, el mundo laboral… a los niños no les importa todo esto, como mamíferos ellos necesitan lo que necesitan, independientemente de nuestras condiciones socio-laborales. Pero tal vez, nosotras como hijas no tuvimos cubiertas esas necesidades, tal vez fuimos a la guardería a las 16 semanas o, en el mejor de los casos, a los 3 años al colegio durante 8 horas, toda una jornada laboral. Esto pone limitaciones a nuestra comprensión de las necesidades de nuestros hijos/as”.

“Es importante que seamos conscientes de nuestras limitaciones como madres para, a la vez, ser conscientes de las necesidades básicas de un niño. No estoy diciendo que hay que cambiar toda ésta realidad en la que vivimos, ni tampoco sentir culpa por nuestras limitaciones. Eso no sirve para nada”.

“Por ejemplo, si mi hijo se pone triste porque no pude recogerlo del cole porque trabajo, puedo entender esa emoción y acompañarlo sin pedirle a él que no llore!!!.»

Aquí es importante señalar que no hay ningún estudio científico que diga que sea bueno o necesario separar a los hijos de sus padres. Una vez que sabemos esto, la madre y el padre hacen lo que pueden pero no proyectan sobre el niño sus frustraciones porque comprenden que es Su responsabilidad hacerse cargo de las decisiones que toman –llevar al niño 8 horas al cole y que luego él cuando le recogen manifieste su malestar!-

“Hay algo que hacemos constantemente y es pensar que los niños son adultos en miniatura. A los dos años les damos grandes discursos a nuestros hijos, desconociendo que ellos se encuentran en una etapa sensorial y que para que su cerebro esté maduro para comprender tienen que pasar algunos años!»

¿Cómo podemos conectar con nuestra naturaleza íntima y desde allí darles lugar a nuestros hijos para que crezcan siguiendo su necesidad? “Lo primero de todo: PARAR, HACER SILENCIO. No sabemos estar en silencio, estamos todo el tiempo conectados/enganchados a algo. Tenemos que aprender a poner el STOP, mirarme a mí misma, preguntarme qué necesito, a mirar a mi pareja y preguntarle qué necesita…”. OBSERVAR A MI HIJO PARA SABER QUÉ ME PIDE, qué necesita?

“Les recomiendo dos libros: Rebeca Wild ‘Educar para ser’ y ‘La maternidad y el encuentro con la propia sombra’ de Laura Gutman. Estos libros son el ABC de todo lo que estamos hablando”. “Tenemos que hacer un cambio de chip: cambiar la mirada hacia afuera y dirigirla para adentro”. “Otro libro les quiero recomendar: ‘Moverse en libertad’ de Emmi Pliker.»

“Volviendo al cambio de chip: es importante asumir que vivimos en el mundo del revés y desde allí quitarle peso a nuestros hijos. Cuando iba a recoger a Pau a la escoleta, (que suponía un gran esfuerzo personal y económico para ellos), mi hijo pasaba de estar bien a verme y ponerse a llorar desconsoladamente. Cuando yo no podía entender ese llanto me enfadaba o me frustraba. Hasta que pude comprender que cada vez que él me veía, volvía a conectar con su frustración: a sus 2 años él no necesitaba estar separado de mí, no era su necesidad”. “Lo adecuado entonces es poder acompañar este dolor pero sobre todo, no pedirle que nos regale una sonrisa como premio al sacrificio que estamos haciendo por mandarlo al mejor colegio o por comprarle la mejor comida ecológica, o por todo el esfuerzo que hacemos por él!…”

“Los hijos nos traen mucho trabajo personal para hacer, son un espejo y un reflejo de lo que a nosotros nos pasa –si podemos verlo claro- este es el regalo de ser madres y padres. Pero eso no significa aspirar a ser las madres perfectas, los teóricos del apego hablan de ‘madre suficientemente buena’ y no ‘perfecta’. Ser Humano significa ser imperfecto, el tema es no juzgarnos y no buscar un ideal al que llegar, sino mirar bien ésta que soy con lo que me gusta de mí y lo que no me gusta!»

“Si siempre estamos queriendo ser mejores madres, hemos perdido. Estás allí delante, en el ideal y no estás aquí, en presencia con tu hijo” UNIDA A LO QUE ERES!

Nuestros hijos aprender de lo que hacemos y no de lo que decimos y si juzgamos a nuestros padres, ellos nos juzgarán, porque aprenden a ser hijos, de cómo nosotros somos hijos. Pensar que los padres hacemos lo mejor que podemos en cada momento, y eso está bien”.

“Cuando la madre está cerca, el niño/a muestra el mundo emocional de la madre y colabora con ellos. Los hijos/as se revelan a lo que nosotros no nos revelamos”. Recomendación de libro: ‘Mi hijo, una persona competente’ de Jesper Juul.»

“La propuesta es hacernos conscientes, no culparnos y tomar la absoluta responsabilidad de lo que decidimos. El regalo que podemos hacerles y hacernos es: ESTAR BIEN –unida- CON LO QUE SOY! si yo estoy bien y estoy bien con mi pareja, y estamos presentes cuando estamos con él, entonces mi hijo está bien aunque esté solo en el colegio”.

Celeste nos invita a tomar consciencia de algunos actos:

“no pasa nada!” (ante la caída y llanto de nuestro hijo/a). ¿Cómo que no pasa nada? No se ha caído? Eso no produce dolor? Así estamos negando una emoción legítima de ellos y nos perdemos la posibilidad de acompañarlos emocionalmente.

“que bieeeeen!” premio o castigo. De ésta manera lo alejamos de su naturaleza íntima, de lo que él necesita, y lo invitamos constantemente a ser ‘el niño que mamá desea’.

– nos adelantamos a levantarlo cuando se cae, a subirlo al tobogán, … Ante esto no solo lo estamos expropiando de comprender y conocer su fuerza, sin permitirle que él mismo explore y descubra sus posibilidades y sus limitaciones, sino que además interferimos en su desarrollo psicomotriz.

A la vez, y en relación a los límites, somos los padres los que tenemos la responsabilidad de trasmitirles lo que está bien y lo que está mal. Pero a veces no queremos asumir el papel de ‘ser malos’ y sostener el dolor y la frustración que generan los límites… LOS LÍMITES SIEMPRE DUELEN!!! Y a los adultos incluso más!!!

Sobre la familia de origen: debemos dejar en paz a las abuelas y abuelos, ellos no tienen por qué hacerlo como nosotros… es mucho peor para un niño que su madre desvalorice a sus abuelos, que aquello que los abuelos puedan hacer con el niño…

“La mejor escuela para nuestros hijos es la relación: la relación que maman en su casa de sus padres!!! Esa es la verdadera escuela!»

Celeste nos anima a explorar en internet la xarxa de educació lluire: www.educaciolliure.org y hacernos socios, solo por 40 euros por familia AL AÑO. No sólo estamos contribuyendo a apoyar un movimiento que cuida la vida, sino que también podemos participar de charlas, talleres y actividades gratuitas para los socios.