Para seguir profundizando acerca de los límites en la educación y la crianza, me gustaría hacer un zoom y ampliar cada vez un poquito más, el foco de nuestra mirada.

Tomemos un ejemplo simple de nuestras vivencias diarias: supongamos que hoy es lunes y comenzamos la semana.  Mamá y papá nos tenemos que ir a trabajar, pero antes tenemos que llevar los niños al cole. Para eso, tal vez tengamos que contar con la hora de acogida que nos brindan las escuelas, en el caso en que nuestra entrada al trabajo no pueda alargarse después de las 9 de la mañana.

Entonces, nos levantamos bien tempranito y una vez estamos listos vamos a despertar a los peques….

Naturalmente, los niños no tienen ganas de levantarse a las 7 de la mañana –ni tampoco ninguna necesidad-, les apetece quedarse calentitos bajo sus mantas durmiendo un rato más… …pero eso NO es posible…

¡¡¡Venga vamos, que tenemos que ir a la escuela!!!

¡¡¡Venga vamos, que se hace tarde!!!

¡¡Ya he preparado el desayuno, la fruta, la merienda y el ticket del comedor del cole, además de la ropa que tendrán que ponerse, cada vez más rápido porque: cuanto más tardan menos tiempo nos da para llegar!!

¡¡¡VAMOS QUE NO LLEGAMOS!!!

Comenzamos muy temprano a correr varias carreras para llegar a todos lados!

images

Entonces la tensión del adulto va subiendo cuando percibe que todo está costando mucho y los niños no quieren levantarse…

¡Nos tenemos que ir Ya!… Así que vamos a vestirse rápido… Aquí ya es probable que comience también a subir el tono…

Los niños, que estaban tranquilamente durmiendo en su camita, de repente se despiertan y ven a su madre con cara de irritada, perciben que algo externo los “saca” de sí, de su sueño, de su despertar en calma y les impone en corto tiempo muchas cosas…

La madre –o el padre, o ambos- comienza a vestir a los niños para “ayudarles” a que lo hagan más rápido, pero los peques que aún tienen pegada la almohada en su cara, se sienten invadidos y esto les genera malestar y así empiezan a irritarse y así empiezan la mañana… ahora sí: se instaura la batalla!!!

Pues sí, comienza la batalla para que se vistan, para que desayunen rápido, para ir corriendo al bus o al coche que nos lleva al cole…

¡¡¡Qué duro es comenzar así el día para todos!!!

Pero bueno, finalmente llegamos al cole tarde, enfadados y fastidiados porque las cosas no han salido como queríamos y porque los niños nos han dado la lata, nos despedimos y los dejamos allí hasta que volvamos a buscarles después de muchas horas, ¡para volver casa!

Por la tarde, llegamos al cole -en el mejor de los casos- agotados y reventados de cansancio. Tal vez ese día no nos haya dado tiempo ni a comer entre la salida del trabajo y la llegada a la escuela. Todavía tenemos guardada la sensación de lo acontecido esa mañana.

Entonces los niños  nos ven, e inmediatamente nos montan una escena, que tal vez hasta nos avergüence en medio de todos.

…y nosotros lo primero que sentimos y decimos es: ¡¡¡NO!!! ¡ESTO NO PUEDE SER! –con el esfuerzo que hago… yo que me desvivo por ellos, que les entrego todo lo que puedo, que hoy no he comido para venir a buscarlo que etc., etc., etc.  ¡¡¡No me merezco esto!!!-

Hasta aquí un ejemplo que a la mayoría de los padres en alguna oportunidad nos ha resonado.

Si esto se repitiera y se fijara día a día en nuestro cotidiano, sería necesario que lo miréis con amplitud y lo abordéis por el bien de toda la familia, PORQUE ES UNA VERDADERA INVITACIÓN PARA TRANSFORMAR ALGO, que genera malestar y que se va agrandando…

suenos-y-pesadillas-en-los-ninos_twf4n

Ahora voy a aplicar el zoom –el mío- a la imagen de esta escena…

Mirar, una de las cosas que más me impresionaron –y decepcionaron- cuando llegué a este país  supuestamente “primer mundo”-, fue el hecho de que desde el Estado se viera bien y promoviera el desapego de una mamá y su recién nacido a las 16 semanas de vida, brindando servicios de guarderías e invitando  a las mujeres puérperas a volver al trabajo.

Por aquél entonces, una mujer  y mamá sabia, a quién yo le había manifestado mi desacuerdo y malestar por este tema, me hizo comprender que éstas 16 semanas habían sido ganadas en una larga lucha histórica por preservar el vínculo entre las mamas y sus recién nacidos hacía muchos años y que no podíamos dejar de tener en cuenta esto, aunque actualmente sepamos que este tiempo de fusión es muy escaso.

Jamás he leído ningún estudio científico, ni tampoco he escuchado a ningún profesional, sea pediatra, psicólogo, psiquiatra, maestro, pedagogo, psicopedagogo, o cualquier trabajador de la salud, afirmar que sea bueno no sólo para el niño y su familia, sino para la entera HUMANIDAD, separar a los bebes de su madre, ni institucionalizar a los niños desde tan pequeños.

Lo que quiero plantear de fondo, es que vivimos muy exigidos y regidos por lo que socialmente vamos aceptando sin resistencia, y nos ponemos sin más, al servicio de “lo productivo” apartándonos de lo humano… y, lo productivo es: ser sujetos activos laboralmente, desconectados de sus verdaderas necesidades, alejados de su sentir y de sus capacidades de decidir qué es lo HUMANAMENTE adecuado.

Desde aquí, entramos en la lógica social e institucionalizamos a nuestros niños –a veces desde los 4 meses- y les pedimos que se adapten a “horarios de jornadas laboral” desde bien temprano.

Y así el niño se pasa largas horas del día dentro de las instituciones, para aprender mucho en la escuela, para formarse y prepararse en el instituto, así será competente e ingresará en la universidad, y después de mucho esfuerzo y estudio, se convertirá en un profesional, que en el mejor de los casos, si consigue trabajo, ¡¡¡podrá optar por ser un mileurista!!!

descarga

¿Ese es el premio por  tanto sacrificio?

Vale, y  en todos esos años de tanto esfuerzo, ¿qué hemos ganado, qué hemos perdido?

¿Por qué vivimos este absurdo y cuál es su sentido?

Los niños nos vienen a mostrar en realidad, sobre qué nos enfocamos, qué priorizamos y  qué valoramos…

¡¡¡Nos muestran que vivimos en el mundo del revés del que habla en su maravilloso libro Eduardo Galeano!!!

Pues desde mi punto de vista, y teniendo en cuenta este contexto y esta situación que no mira las necesidades del desarrollo humano en absoluto -no sólo el de los niños-, realmente para mí lo más sano es ¡QUE EL NIÑO NATURALMENTE SE REBELE  FRENTE AQUELLO A LO QUE NOSOTROS NO QUEREMOS O PODEMOS REBELARNOS!

Y desde aquí hemos ampliado la mirada, al menos somos conscientes y podemos abordar las situaciones desde otro lado,  sacando el peso de lo que acontece al niño y poniéndolo donde debe estar.

Porque el tema no es tan simple ni tan sencillo como que mi hija/o no me hace caso o no respeta los límites.

¿Nos hemos preguntado como adultos cuáles son las auténticas necesidades de nuestros hijos?, ¿O vamos siguiendo sin oponer ninguna resistencia los sistemas opresivos que como padres nos infantilizan y des-humanizan?

Porqué, ¿Quién es el responsable de la realidad que vivo y que vive mi familia?

Porque, ¿quién toma o no toma las decisiones acerca de cómo queremos estar en casa?, ¿qué es lo que no va bien?, ¿qué es lo que nos separa, no sólo de los niños sino también de nosotros mismos?

Como decía Ernesto Sábato: en las familias de antes, los papis se iban al trabajo y los niños se quedaban en su casa con su madre y sus abuelos…; las familias de ahora ya no están en casa… la mamá y el papá, van al trabajo… los niños van a la guardería y los abuelos al geriátrico…

¿Me pregunto si el progreso consiste en aceptar la lógica del encierro?

En fin… que si siguiéramos estirando del hilo sobre este tema, ¡¡¡tendríamos cuerda para rato!!!

images (1)